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Un six de tres

EL ZANCUDO. Arturo Soto Munguía

Cuando en Terrenate, mi nana Pomposa me la hacía mucho de pedo si llegaba con unas chelas, al grito de “Ya vienes con tu six de doce”, me ponía nerviosito, ahora ya no.

Mi abuela ya se murió, aunque guardo sus jalones de orejas (literales). Y guardo también su desconocimiento del inglés, tanto como sus aproximaciones. Eso del “Six de doce” es, si no histórico, por lo menos inédito.

Me acordé de ella y su menuda figura hoy que el “six” de años de Guillermo Padrés, se reduce a un “six de tres”.

En tres años, el “gobierno de la alternancia” agotó su viabilidad política, histórica. Eso tiene enojados a muchos panistas. Quizá a eso se deba la deserción masiva de militantes en ese partido, que en México se negaron, en un 80 por ciento a refrendar su militancia.

En Sonora, el PAN ha congregado a sectores muy amplios, donde se incluyen panistas, a la unidad. A la unidad en su contra.

II

Puntuales, de la nada salieron. De la nada llegaron. Son los que andan por las calles de Hermosillo vadeando fugas, brincando charcos y desmadrando suspensiones en los baches.

La diferencia es que ahora lucen en sus autos leyendas que dicen “No a la tenencia”, “Yo no voy a pagar tenencia”. Y otras más agresivas: “Gobierno ratero”, “Guillermo Padrés, con tenencia disfrazada vete a la chingada”, “Sr. Gobernador, aún no te cansas de robar al pueblo?”, “Padrés, uniste a Sonora, en tu contra”…

Son las 3 de la tarde y en el cruce de los bulevares Progreso y Morelos, en el norte de la ciudad, ya se cuentan por centenas los vehículos cuyos propietarios han llevado hasta ese lugar, para participar de una caravana -esta sí histórica e inédita-, con la que elevan por todo lo alto su protesta y su rechazo al cobro de nuevos impuestos y al incremento en otros tantos, recientemente aprobados por la mayoría oficial en el Congreso local, compuesta por 14 diputados del PAN, y sus dos aliados del PANAL, así como una del PRD.

Hay de todo. Autos y camionetas de lujo; vehículos de trabajo, pick ups, deportivos, camionetas familiares, compactos; autos del año, de modelo reciente y no tanto. Pero son un chingo.

Acuden a la convocatoria de un grupo de ciudadanos inconformes con la Ley de Ingresos recientemente aprobada en el Congreso local, que incluye un nuevo impuesto denominado COMUN, aplicable a propietarios de vehículos automotores cuya antigüedad sea de diez años. Un impuesto mediante el cual el gobierno del estado pretende captar casi 800 millones de pesos.

Los ciudadanos se manifestaron en diciembre pasado. Primero en las escalinatas del Congreso, donde acudieron unos cien. Luego en una marcha desde el cruce de los bulevares Morelos y Rosales hasta Palacio de Gobierno. Luego una marcha desde ese mismo crucero, hasta la casa de Gobierno en la colonia Pitic, la residencia temporal del gobernador en turno.

El movimiento contra los impuestos fue creciendo en esos días decembrinos. Pero lo que ocurrió ayer domingo jamás se había visto. Miles de ciudadanos hermosillenses manejaron sus vehículos desde el extremo norte hasta la zona del Vado del Río, en el sur de la ciudad. El repudio a lo que consideran el cobro disfrazado de un impuesto a la tenencia vehicular que ya había desaparecido.

III

La estrategia mediática para descalificar las manifestaciones ciudadanas fue un fracaso. En la caravana había cientos, quizá miles que un día le dieron su voto al PAN y que en los últimos tres años se han desengañado de fea manera.

Los excesos del así llamado ‘gobierno de la alternancia’ han sido devastadores para las esperanzas de que una vez echado el PRI del gobierno de Sonora, comenzaría una nueva era, signada por seis estrellitas que simbolizaban: humanismo, sensibilidad, ciudadanía, democracia, institucionalidad y equidad, se han ido al caño.

Las secuelas del pasado proceso electoral, donde todo mundo atestiguó los excesos del PAN-Gobierno para regresar al muy tricolor carro completo, fueron contundentes. El uso y abuso del aparato de Estado para validar en las urnas la segunda parte del sexenio de Guillermo Padrés, apenas les alcanzó para muy poco.

En los hechos, aquí y ahora, el ‘gobierno de la alternancia’ no solamente no pudo establecer una diferencia respecto a sus antecesores. Peor aún, la voracidad, el despilfarro, la obviedad de su vocación tracalera ya permeó a todos los estratos sociales, y por eso es la protesta.

El asunto de los impuestos no tiene que ver tanto con la disyuntiva entre pagarlos o no pagarlos, sino con la certeza de la gente -incluido el universo electoral que votó por el PAN-, de que el gobierno del Nuevo Sonora se está robando todo.

Triste, pero así es. Así lo admiten panistas de larga trayectoria, hoy maniatados y callados por el temor a un fundamentalismo rapaz, grosero, insaciable, que ocupa las principales oficinas de gobierno y que pretende justificar su voracidad bajo la premisa de que los priistas tenían 80 años robando.

Pero la voz de los sonorenses está en la calle. En miles de personas que manejando cortésmente y a paso lento van por las calles, haciendo sonar sus claxon; sacando sus puños por la ventanilla; deteniéndose para compartir una calcomanía que dice “No a la tenencia”; bajándose del auto para hacer en el cristal del otro carro una leyenda, con ‘chinola’ blanca que dice: “Guillermo Padrés uniste a los sonorenses en tu contra.

¿Eso no les dice nada?

IV

Sobre el bulevar Morelos van todos haciendo sonar sus bocinas. A paso lento y con inusual respeto y cortesía a los otros conductores. En los ‘altos’ no falta quien se baja del carro a pedir una calca; quien se detiene a permitir que alguien escriba en el cristal trasero “NO A LA TENENCIA”.

Los millones de dólares gastados en publicitar el Impuesto a la Infraestructura Municipal (COMUN) no han servido de nada. A los que acudieron a la caravana nada ni nadie los convence de que el gobierno estatal quiere cobrar la TENENCIA.

Pero sobre todo, a nadie convence la idea de que el dinero que se aporte por la vía de los impuestos, vaya a ser invertido en obras y servicios que mejoren su calidad de vida.

Ese es el fondo del asunto. Los que van en la caravana, los que observan en las calles, los que siguen en internet esta protesta ciudadana, han recogido como testimonio propio la certeza de que el gobierno de Sonora no está funcionando bien. No es eficiente. No es eficaz. No cumple.

Al contrario, el único éxito que ha tenido, y eso es gracias al jefe de jefes en materia de imagen gubernamental, es decir, Javier Alcaraz Ortega, es convencer a los sonorenses de que todo se reduce a un pleito entre priistas y panistas. El problema es que ni siquiera el 10 por ciento de los sonorenses están afiliados a un partido.

El costo político para Guillermo Padrés es demasiado alto.

En la manifestación de ayer hubo de todo. Priistas, panistas, perredistas. Pero sobre todo, estuvo esa gran cantidad de gente harta de que la sigan jodiendo panistas, priistas y perredistas.

Las imágenes no mienten. El discurso con el que Guillermo Padrés llegó a la gubernatura, hoy está en las plazas públicas como emblema de la mentira.

El ánimo de la gente, sin distingo de militancia, hoy está en la calle.

Quizá sea hora de reconsiderar. Quizá sea hora de replantear el ejercicio de gobierno.

La esperanza es poca. No hay, en el gabinete de Guillermo Padrés, quién le aconseje eso. Al contrario, lo que existe es el grupito de talibanes que le aconsejan jalar el gatillo al grito de ¡Muera el PRI y con él muera todo lo que se me oponga!

En los hechos, en las calles, en las ciudades y los pueblos, Guillermo Padrés agotó su sexenio en sólo tres años. La historia se sigue escribiendo.

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