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El fenómeno de los vehículos sin conductor ha llegado al sector agrario. La detección de hierbas, la aplicación de nutrientes y fertilizantes, la detección de plagas, el cultivo o la siega son actividades ejecutadas por vehículos autónomos con eficiencia y precisión. En este contexto resulta fundamental la detección de obstáculos que se encuentran en la trayectoria del vehículo, lo que garantiza la seguridad y la continuidad del proceso que se esté ejecutando. Un algoritmo diseñado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) (España) es capaz de detectar elementos inesperados en el terreno, con una tasa de éxito del 93%. La herramienta se ha probado con vídeos agrícolas grabados en campos de maíz y bajo diferentes condiciones de iluminación y crecimiento de las plantas. Los vídeos se obtuvieron con una cámara montada en un tractor, que es parte de la flota del proyecto RHEA. “En los vídeos se observan personas, árboles y otros tractores en acción”, explica Yerania Campos, investigadora del departamento de Ingeniería de Software e Inteligencia Artificial de la UCM y autora principal del trabajo, en el que participa el Instituto Politécnico Nacional–CIC (México). Para detectar obstáculos se han estudiado las propiedades de color y textura en las imágenes. Cuando un obstáculo se detectaba, el siguiente paso era determinar si el objeto se encontraba estático (como árboles, tuberías o postes) o en movimiento (personas caminando o tractores). [Img #38838] Detección de obstáculos en vídeos de campos de maíz. (Foto: RHEA) La detección de objetos en el área de cultivo permite anticipar y prevenir colisiones evitando así posibles daños, tal y como revela el estudio, publicado en Applied Soft Computing. “El método no requiere de ningún proceso de aprendizaje; es su principal ventaja” destaca Campos. La herramienta, que se probó en 110 vídeos capturados en escenarios reales, se utilizará con pruebas en tiempo real. A día de hoy, existen diferentes técnicas para detectar obstáculos en vehículos autónomos con tasas de detección superiores al 96%. Sin embargo, de momento no es posible garantizar al 100% que no ocurra un impacto. “Existen factores externos al sistema que son difíciles de controlar. Por ejemplo, no es posible predecir las acciones de una persona o de los animales dentro y fuera del área de cultivo”, admite la investigadora. (Fuente: Universidad Complutense de Madrid)

img_38842La recreación artificial de estímulos en un laboratorio para analizar la reacción de los sujetos, ha sido abordada por investigadores de la UNED (España) a fin de exponer los pros o contras del método experimental en el ámbito de las Ciencias Sociales y sobre todo, en la economía. Sus aportaciones se han publicado en la revista Philosophy of the Social Sciences.

La investigadora María Jiménez Buedo, autora principal del artículo y profesora de Filosofía en la UNED, explica que los humanos, a diferencia de las bacterias o los animales, siempre tienen una idea preconcebida del estudio al que se va a someter, fenómeno que es conocido como reactividad, y que ello afecta a los resultados. Esta reactividad puede a veces ser una amenaza para la validez de los resultados.

Otro impedimento, señala Jiménez Buedo, es que “hay un problema al trasladar o al extrapolar los resultados que obtenemos en el laboratorio”, es decir, que los resultados obtenidos no se darían en los entornos reales del sujeto. En este contexto la autora insiste, “la artificialidad puede ser un impedimento para esa extrapolación y hace que el resultado de los experimentos no tenga validez”.

Tras estas reflexiones una de las principales conclusiones es que la economía experimental debe prestar más atención a la reactividad. Este campo de estudio debe ser abordado porque, apunta, durante muchos años se dijo que las ciencias sociales no podían ser experimentales, si bien ahora hay una gran abundancia de experimentos en este área de conocimiento. Sobre todo, en economía, donde ahora son frecuentes los experimentos de laboratorio: “Concluimos que los economistas deberían prestar más atención a cómo los sujetos construyen la tarea experimental y que deben tomar la reactividad como objeto de estudio”, indica Jiménez.

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Un proyecto analiza el método experimental en las ciencias sociales. (Foto: UNED)

Además, los autores añaden que “la economía experimental ahora mismo no tiene herramientas conceptuales claras para tratar la reactividad y necesita construirlas; y para construir esas tareas consideramos que los filósofos también podemos ayudar”.

No obstante, frente a estas argumentaciones, los autores también defienden que esta relación entre reactividad y validez experimental es compleja y que no siempre es negativa, puesto que el experimentador puede utilizarla a su favor y que se puede jugar con algunos aspectos de la artificialidad pero, destaca, para profundizar en el estudio.

Esta investigación forma parte del proyecto Sesgos en experimentos con humanos en las ciencias sociales y biomédicas financiado por el Ministerio de Economía. (Fuente: UNED)

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